ARGUMENTO.

El argumento gira en torno del pintor Juan Pablo Castel, quien, desde la cárcel, vigilado por los médicos, confiesa que ha matado a María Iribarne:
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. [ ... ] Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración.
Castel tiene una visión pesimista del mundo. Reconoce que sólo una persona había '­podido entenderlo, pero que ya la ha matado.
A partir del capítulo III, el pintor comienza a contar su encuentro con María Iribarne ­en "el Salón de Primavera de 1946", donde él presenta un cuadro llamado "Maternidad". Ninguna de las personas que asiste a la muestra repara en "una escena pequeña ­y remota" que aparece en la obra a través de "una ventanita"; sólo una mujer se detiene mucho tiempo ante ella, ajena al resto de la gente. Castel la observa con an­siedad hasta que desaparece. Desde ese instante no puede olvidarla y pinta solamente para la enigmática extraña:
Fue como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda mi obra. (IlI)La búsqueda de esa mujer se torna, entonces, obsesiva. Por fin, se produce el anhe­lado encuentro. Castel le dice que la necesita, pero no sabe para qué:
-Siento que usted será algo esencial para lo que tengo que hacer, aunque todavía no me doy cuenta de la razón. (IX)Las palabras de María son duras, insensibles. Sin embargo, el pintor advierte un leve cambio:
Quizá sintió mi ansiedad, mi necesidad de comunión, porque por un instante su mirada se ablandó y pareció ofrecerme un puente; pero sentí que era un puente transitorio y frágil colgado sobre un abismo. (IX)Castel ya no puede vivir sin ella. La llama por teléfono, le escribe cartas, la asedia Se siente torturado por la existencia de Allende, el marido ciego y de Hunter, primo de éste, que está a cargo de la estancia de la familia.
A pesar de los encuentros diarios, la comunicación entre ambos es sólo aparente, pues la duda de la infidelidad corroe los pensamientos de Castel. Éste se siente cercado por "las personas desconocidas, las sombras" que María no menciona y que, sin embargo, forman parte de su vida. Indaga sin cesar, hasta el cansancio, con una insistencia patológica' que abruma a la mujer:
Algo se había roto entre nosotros. (XX)
A pedido de María, el pintor viaja a la estancia. Allí trata de estudiar, desde distintos puntos de vista, el vínculo que existe entre ella y Hunter, y llega a la conclusión de que son amantes. Entonces, deja el lugar y regresa a Buenos Aires. Luego, una nueva carta y un encuentro frustrado, que lo sume en terribles reflexiones.
Ya el mundo carece de sentido para Castel. Los celos lo ciegan. Toma un cuchillo y destruye su cuadro "Maternidad":
a través de mis lágrimas vi confusamente cómo caía en pedazos aquella playa, aque­lla remota mujer ansiosa, aquella espera. Pisoteé los jirones de tela y los refregué hasta convertirlo en guiñapos sucios. ¡Ya nunca más recibiría respuesta aquella espera insensata! ¡Ahora sabía más que nunca que esa espera era completamente inútil! (XXXIV)Después, parte hacia la estancia. Al ver a María y a Hunter juntos, se exaspera y decide llevar a cabo su plan:
-¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Poniendo mi mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí: -Tengo que matarte, María. Me has dejado solo. (XXXVIII)Cometido el asesinato, Castel vuelve a Buenos Aires y le comunica a. Allende todas sus presunciones y la muerte de María.
Me poseían el odio, el desprecio y la compasión. (XXXVIII)
Finalmente, se entrega a la policía.